El bautismo infantil en las iglesias evangélicas: una práctica en disputa teológica

El bautismo infantil ha sido uno de los temas más debatidos dentro del protestantismo desde la Reforma. Algunas iglesias lo sostienen como parte de su comprensión del pacto de Dios con su pueblo, mientras otras lo descartan por considerar que sólo debe practicarse cuando hay fe consciente. Estas posiciones están ancladas en fundamentos doctrinales sólidos, muchos de los cuales provienen de catecismos históricos y obras teológicas clásicas.

Las iglesias protestantes históricas que practican el bautismo infantil —como la luterana, la presbiteriana, la anglicana y la metodista— consideran que este sacramento es un medio por el cual Dios comunica su gracia. Según el Catecismo Menor de Lutero, “el bautismo obra el perdón de los pecados, libra de la muerte y del diablo, y da la vida eterna a todos los que creen esto, como dice la Palabra y promesa de Dios” (pregunta 4). En esta tradición, el bautismo no depende de la comprensión del que lo recibe, sino de la promesa divina, y se equipara a la circuncisión del Antiguo Testamento (Colosenses 2:11-12), como señal de pertenencia al pueblo de Dios.

La Confesión de Fe de Westminster (1646), base doctrinal del presbiterianismo, afirma en el capítulo 28 que “los hijos de uno o ambos padres creyentes deben ser bautizados”, ya que el sacramento es una señal del pacto de gracia. Esta teología del pacto sostiene que el bautismo infantil no garantiza la salvación, pero incorpora al niño a la comunidad del pacto, que luego deberá ser confirmada por la fe personal.

Por otro lado, iglesias bautistas, pentecostales y evangélicas en general rechazan el bautismo de niños. Su fundamento principal es la necesidad de una fe consciente y personal previa al sacramento. El Bautismo del creyente, como se lo denomina, encuentra sustento bíblico en pasajes como Marcos 16:16 (“el que creyere y fuere bautizado, será salvo”) y Hechos 2:38, donde Pedro llama al arrepentimiento antes del bautismo. Según el Manual Doctrinal Bautista, “el bautismo es un testimonio exterior de una conversión interior”, y no tiene sentido sin una decisión voluntaria de seguir a Cristo.

Estas diferencias reflejan visiones teológicas distintas sobre la gracia, la salvación y la comunidad eclesial. Mientras unas ven el bautismo como una iniciación al pacto, otras lo entienden como una respuesta consciente a la fe. En todos los casos, sin embargo, el bautismo sigue siendo una expresión central de la vida cristiana, aunque el momento y la forma difieran profundamente.